“Defender lo indefendible”
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Dicen los que entienden que en política es tan importante manejar las alianzas como los tiempos. Son éstos los que acaban concretando la dialéctica aliados/enemigos en el marco de unos objetivos también definidos temporalmente. Y así, de igual manera que a veces parece que no pasa nada, en otras ocasiones los hechos se empeñan en tomar un ritmo endiablado por el que todo se acelera. ¿Puede el aleteo de una mariposa en Murcia provocar un huracán en Canarias? Poco probable. Sin embargo, quienes defendemos una visión política autocentrada no dejamos de cultivar una mirada hacia el exterior, sabedores de que, mientras no cambie nuestro status, las cosas de la política mesetaria rara vez no tienen algún tipo de efecto en estas ínsulas africanas. El sucursalismo y el descentramiento, valga la redundancia, se encargarán de aventarlo.

No creo que sea descabellado sospechar que esta XIV legislatura estatal tampoco llegará a término. Ésa ha sido la tónica habitual desde el restablecimiento de la democracia. Es plausible pensar que se seguirá el caso mayoritario y no la excepción, que Pedro Sánchez convocará elecciones anticipadas. ¿Estaríamos especulando si avanzáramos además que las elecciones generales serán antes que las locales de mayo de 2023? Tal vez, pero no demasiado. Personalmente, opino que Ángel Víctor Torres no resistirá a la tentación de hacer coincidir las elecciones canarias con las generales y así beneficiarse del bombardeo mediático estatal, focalizar en los problemas de España y no hablar en absoluto de Canarias, convertir una campaña electoral canaria en un desfile de ministros y ex-ministros hablando de sus cosas de Madrid, etc. Es un contexto malo para el canarismo y lo sabe. Por supuesto, entran aquí factores de todo tipo que los analistas se encargan de cotejar día a día: niveles de apoyo electoral, valoración de los candidatos, percepción acerca de la situación económica y social, etc. Sin embargo, es una posibilidad que no conviene pasar por alto en las filas del canarismo: primero y al mismo tiempo, canarias y estatales; luego, locales.

Un escenario seguro

Tampoco parece ninguna locura sostener que el voto canarista en la provincia de Las Palmas no variará demasiado. Habrá novedades que quizás podamos aventurar: tendencia a la baja de Podemos, aparición con cierta fuerza de Vox, etc. Ahora bien, tiene poca discusión la siguiente afirmación: ninguna fuerza canarista, ni CC-PNC ni NC, podría por sí misma obtener representación en el Congreso de los Diputados. Seguiría siendo válida entonces la convicción de que habría que poner todos los medios disponibles, toda la sensatez posible, para evitar llegar al dramático escenario en el que unos setenta mil votos nacionalistas se fueran directamente a la papelera, como ocurrió en abril de 2019. Si se está en la misma tesitura, sigue resultando coherente el esfuerzo realizado en noviembre ese mismo año y que dio como resultado precisamente el que ese escaño no se perdiera, ahora en la fórmula de “tiempo compartido”. Como dicen los ingleses, “si funciona, no lo arregles”.

Lo que sirvió entonces, ¿por qué no habría de servir en, pongamos, 2022? ¿Qué ha cambiado? Corresponde a los partidarios de la desunión del canarismo la carga de la prueba. ¿Cómo se puede defender desde Gran Canaria que es mejor no tener ningún escaño no sólo para esta isla sino, el colmo del insularismo, tampoco para Lanzarote y Fuerteventura? Pareciera que una postura tan electoralmente suicida estaría más dirigida a satisfacer algunas posturas banderizas o intereses particulares en las organizaciones que a cumplir el fin primordial que se les supone a los partidos políticos: representar los intereses de la sociedad en su conjunto. ¿Acaso se puede argumentar cabalmente que esos votos estarían mejor en la papelera? ¿O es que se piensa que es mejor que alguna sucursal acabe disponiendo de ellos para lo que históricamente han resuelto: dejar a Canarias en el último lugar de sus preocupaciones e intereses? Si se piensa de esa manera, ¿por qué militan en partidos autodenominados nacionalistas? Y, sobre todo, en concreto: ¿qué proponen hacer?

Nacionalistas en Madrid: un balance agridulce

Cuesta hacer una defensa a ultranza de la actuación del binomio Oramas-Quevedo en lo que llevamos de legislatura. Aunque votan juntos en la mayoría de las ocasiones, contradiciendo a quienes piensan que representan políticas absolutamente enfrentadas, lo que trasciende a la opinión pública que no estamos en el detalle de estos asuntos, es que no se ponen de acuerdo ni para pedir café: desde la indisciplina de Ana Oramas en el voto de investidura, contraviniendo lo acordado por su propio partido, hasta la incapacidad de mantener una postura conjunta en la negociación de los presupuestos estatales y las contrapartidas para Canarias. Sin embargo, a pesar de todo, siempre será mejor que existan diputados nacionalistas en Madrid, que, con sus desaciertos pero también algún que otro acierto, ejerzan la defensa de los intereses canarios ante el mutismo absoluto de los diputados sucursalistas. Sus logros y sus errores son palmarios; se les puede premiar o castigar por ellos. No ocurre igual con los representantes del sucursalismo, que en seguida desaparecen en una nebulosa, con aire de quien ha sido ascendido desde la central y está llamado a grandes gestas, antes que a nuestras “cositas canarias”.

Es esta realidad incontestable la que aconseja prorrogar el razonable acuerdo de noviembre de 2019 ante el más que probable escenario de adelanto electoral. No retroceder ni un paso en los niveles de consenso logrados por mínimos que sean. Asumir, desde la humildad de los errores cometidos, la capacidad de corregirlos e integrar niveles tolerables de disenso y heterogeneidad con total naturalidad en nuestra experiencia histórica, sin aspirar a una perfección a la que ninguna fuerza política llega ni falta que hace. Y, sobre todo, hacer caso omiso a quien, instalado en esa comodidad que emana de la autocomplacencia, defiende lo indefendible y no ofrece mejor alternativa que la pérdida de representación nacionalista como brillante solución a los problemas de nuestro pueblo.

José Miguel Martín es miembro de Canarismo y Democracia