No hay ciudad sin ciudadanía cívica
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En muchas ocasiones, y con razón, la ciudadanía protesta por la gestión ineficaz de las pequeñas cosas en nuestras ciudades, hablo del bache, del tráfico, de la basura, de la falta de contenedores, etc. Alguna experiencia en responsabilidades municipales me ha enseñado lo complicado que es en ocasiones la gestión de esas pequeñas cosas.

Varias son las razones. Estructuras pequeñas administrativas para el crecimiento que han tenido nuestras ciudades, normativa estatal aprobada en medio (de aplausos generalizados) en la crisis que ha hecho casi imposible aumentar las plantillas municipales, una ley de contratación del sector público aprobada por el PP en 2017 que complica la gestión de los contratos cotidianos con las empresas de servicios, cambios en la realidad de nuestras ciudades para los que la administración no estaba preparada, y un largo etcétera.

Pero no vengo aquí a hablar de esto, vengo aquí a poner de manifiesto como complica el incivismo y la falta de educación de una parte de la ciudadanía la gestión diaria de nuestras ciudades. Si viviéramos en una sociedad con unos valores más colectivos y cívicos esa gestión y los recursos que se destinan a la misma sería mucho más fácil y productiva.

Pongamos algunos ejemplos. Con respecto a la recogida y limpieza de las ciudades. ¿Cuántas horas de trabajadores públicos se ahorraría si nuestros vecinos y vecinas utilizaran las papeleras?, ¿Cuánto contenedor de más tendrían nuestras ciudades si no hubiera algunos desalmados que queman a diario contenedores, por pura diversión?, ¿No tendrían más capacidad los contenedores de basura si la ciudadanía reciclara?, ¿Saben que los contenedores de plástico y envases tendrían el doble de capacidad si la gente aplastará las botellas y garrafas que introduce en los mismos?, etc…

Otro ejemplo muy claro es el tráfico. Muchos vecinos demandan en numerosas ciudades de nuestro archipiélago, como Las Palmas de GC, Telde o Santa Cruz de Tenerife, que nuestros ayuntamientos coloquen lomos de asno (popularmente conocidos como “guardias muertos”) a causa de los numerosos accidentes de tráfico que se producen por exceso de velocidad. ¿Serían estos lomos de asno necesarios, con un coste de obra civil cercano a los 5.000 euros, si la gente cumpliera los límites de velocidad?, ¿Sería necesario que los ayuntamientos instalaran bolardos en las aceras si la gente respetara las mismas como prioridad para los peatones (y sobre todo personas con movilidad reducida) y no como aparcamiento?, ¿Sería necesario tantas horas extras de policías locales para controlar el incivismo de muchos de nuestros conductores?, etc…

Existen muchos más ejemplos, que a todos nos pueden venir a la cabeza, pero termino ya para decirles que no escribo este post como un alegato a la buena gestión de los ayuntamientos, por supuesto que hay muchas cuestiones que mejorar, ni como una disculpa a la mala gestión, donde por supuesto en ocasiones hay responsabilidades públicas y políticas, sino como una llamada de atención a los buenos ciudadanos y ciudadanas, que por supuesto existen y son mayoría, para que con su ejemplo hacia los demás hagan mejorar nuestras ciudades, porque esas ciudades, en Canarias y en el mundo, no mejoraran su calidad de vida, si no mejora la educación cívica de sus habitantes.

* El autor es Heriberto Dávila y lo publicó originalmente en su blog Heriberto en movimiento.