Vulcanismo y canarismo
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La Naturaleza sigue dando lecciones a quien esté dispuesto a escucharla. Frente a décadas de desubicación cognitiva, la rotundidad del vulcanismo canario nos sitúa donde siempre hemos estado: en la placa tectónica africana. Los científicos que en estas semanas nos visitan desde todos los lugares del mundo tienen muy claro que no vienen a estudiar el vulcanismo europeo. Ahora hace falta que nuestra clase política, nuestra sociedad en su conjunto, lo asuma con naturalidad, un vocablo que pertenece a la misma familia léxica que Naturaleza.

Sin embargo, otro asunto merece no pasar desapercibido y ser observado con lentes canaristas. Me refiero a la sugerencia del presidente de nuestro Gobierno para que el Instituto Geográfico Nacional de España (IGN) traslade su sede a nuestras islas. Es una propuesta que realiza al calor de un tímido debate acerca de la necesidad de descentralizar las estructuras del Estado y que éstas pasen a estar ubicadas en diferentes comunidades autónomas y no, como sucede actualmente, de manera casi exclusiva en Madrid. Me parece una discusión de mucho interés pero en la que Canarias debe participar con perspectiva autocentrada, sin dejarse arrastrar por necesidades e intereses ajenos.

En términos prácticos, veo poco probable un movimiento así. La estructura del IGN responde, como la de tantos otros organismos del Estado, a un modelo de descentralización débil, con un servicio “regional” con sede en Santa Cruz de Tenerife y poco más. Desde la perspectiva canarista, parece de mucho más interés y calado la propuesta anunciada por el vicepresidente del Gobierno y consejero de Hacienda, Román Rodríguez (Nueva Canarias) en la presentación del proyecto de presupuestos para el próximo año. Dicha propuesta consistiría en la adquisición por parte de nuestro Gobierno de la mayoría de acciones del Instituto Vulcanológico de Canarias (INVOLCAN), creado en 2010 por el Cabildo de Tenerife, entonces liderado por Coalición Canaria.

Ese esfuerzo, que entonces fue realizado exclusivamente desde Tenerife, debe ser reconocido, celebrado y ahora asumido por nuestro propio Gobierno y el conjunto de los cabildos como un proyecto común, de país. A partir de ahí, toda colaboración con entidades de fines similares en el exterior y el desarrollo de la transferencia tecnológica deben ser alentadas hasta el máximo de sus posibilidades. Constituir un instituto de investigación de nivel superior, con vocación y presencia archipelágica, que, además de atraer investigadores de todo el mundo se constituya como un referente para las universidades canarias y sus egresados, no deja de ser una piedra más en la arquitectura de un autogobierno que debe contar con otros centros de referencia en las más variadas disciplinas. Todo este sistema debe, además de cumplir sus objetivos más inmediatos, visibilizar la conveniencia de contar con nuestras propias estructuras, proyectando una visión de futuro que difícilmente nos aportaría un modelo de simple reubicación física del IGN.

Además, si de verdad nos creemos la necesidad de diversificar nuestra economía, de explorar nuevos caminos que reduzcan nuestra dependencia de la actividad turística y los servicios, no podemos dejar pasar la oportunidad de convertir a Canarias en referente internacional en el estudio de la vulcanología y la observación del vulcanismo reciente: pero no sólo como sede sino actor protagonista. Quienes estudian ahora mismo en nuestras universidades en carreras relacionadas con esta materia deben saber que se cuenta con ellas y ellos para desarrollar sus carreras científicas en centros como el renovado INVOLCAN, de tal forma que no interioricen la emigración como la única salida profesional sino, en todo caso, como una opción o como un paso transitorio, también enriquecedor en sus vidas.

Sería deseable, además, que un movimiento así nos llevara a extender el debate a otras instituciones de carácter científico, de ámbitos de actuación y titularidades diversas pero que, en una perspectiva canarista, deben estar al servicio de un objetivo de sumo interés estratégico: hacer de Canarias un archipiélago en el que la ciencia e investigación de alto nivel no sólo no nos sea ajena a nivel académico, profesional y por su participación en el conjunto de la economía, sino que también nos convierta en un referente a emular a nivel internacional. Y, en definitiva, una seña de identidad para una sociedad que no se resigna a ser exclusivamente un destino turístico más o menos privilegiado. 

*José Miguel Martín es coordinador de Canarismo y Democracia