Arrancadilla política
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Comienza un nuevo curso político en Canarias que podríamos denominar de arrancadilla, término que empleamos para cuando nos vamos a echar la última copa después de habernos tomado alguna más. La arrancadilla política vislumbra un final, 2023, año de elecciones locales y, si Ángel Víctor Torres lo considera, de autonómicas. Por ello, los partidos políticos engrasan las máquinas electorales y construyen el relato que les capacite para tocar la tecla que toda formación desea, aquella que les indique el tema principal de campaña.

El PSOE en Canarias parece que lo tiene claro. Con prácticamente el 80 por ciento de la población con la pauta completa el mensaje de la inmunidad de grupo no se hará esperar, con el consiguiente correlato de final de la pandemia. Ángel Víctor Torres, al igual que su homólogo Pedro Sánchez, operarán entre las ganas frenéticas de volver a la normalidad y la recuperación económica. Los contagios, aunque no han parado en ningún momento, se han normalizado. Si me permiten la expresión sociabilizar el dolor, las muertes y los ingresados en las UCI ya no reclaman la atención ciudadana, metida ésta en las problemáticas cotidianas y familiares. Al final de la pandemia se le añade su refuerzo materialista con los fondos europeos. Ya se ultima la gestión y el procedimiento a seguir para sacar adelante el caudal de recursos, que si bien no serán el Plan Marshall que muchos comentan, sí estimulará la economía y generará confianza al tejido empresarial canario molesto con alguna que otra gestión de la crisis económica provocada por la Covid-19. Por tanto, por un lado, el fin de la pandemia como apertura a un nuevo comienzo y, por otro, recuperación económica. Lo social y lo material como mantra de la buena socialdemocracia que, si cuaja, podría ser el mensaje general de una campaña electoral multinivel, es decir, la coincidencia de las estatales con las autonómicas. Que cada uno haga sus cábalas.

Por parte del PP todo gira alrededor de la incertidumbre. Los populares no saben muy bien a qué jugar, y esperan una fatiga social al estilo “que caiga España que ya la levantaremos nosotros”. Pero tanto la UE como los diferentes gobiernos se han curado en salud y no dejarán, por el momento, que la situación se asemeje a la crisis de 2008. No hay Troika, no hay FMI, ni mucho menos recortes en los servicios públicos, blindados por la generación de deuda. Los populares no se han atrevido si quiera a criticar un aumento de la misma, puesto que el ciudadano entiende perfectamente que la excepcionalidad pandémica requería de este procedimiento. Por tanto, al PP le queda una estrategia de contención de fuga de votantes que les empuja a mimetizarse con la inexistente pero muy probable presencia en el próximo parlamento canario de la formación radical VOX. Otro asunto que deben solucionar con inmediatez es el liderazgo. En Canarias no hay una Ayuso ni un Feijoo, y Australia Navarro sigue sin convencer en Génova. El efecto luna de miel de las autonómicas madrileñas terminó, y se necesita convencer a la población del porqué del bloque conservador. Y digo bloque, porque el elefante sigue estando en la sala y se llama CC. El PP tiene dos vías de tratamiento hacia ellos. Una ortodoxa, seguir como socio preferente esperando a que CC se revitalice con el mismo nicho de votantes; y otra denominada palmera-lanzaroteña que estaría en buscar cercar a CC para que no toque poder. Por ejemplo, en Lanzarote Astrid Pérez, alcaldesa de Arrecife, lo tiene claro, vale más un buen pacto con el PSOE que seguir de segundón de CC.  

Los de Fernando Clavijo empiezan el curso político reafirmándose en el centro ideológico y bajando algunos decibelios de crítica al PSOE canario. El cambio de posición a la construcción del Puerto de Fonsalía busca bloquear los argumentos que identifican a la formación como una especie de plataforma empresarial y especulativa. Si CC se posiciona en postulados progresistas y tiende la mano al gobierno, ¿qué razón hay para ubicarlos en el bloque conservador desarrollista? ¿y en qué lugar deja al PSOE, especialmente en Tenerife, al posicionarse a favor de un proyecto con más de 40.000 firmas en contra? Parece que el objetivo de CC es llegar a 2023 con capacidad de articular alianzas transversales tanto a izquierda como a derecha, y ser la fuerza que en su día fue, aquella donde pivotaba la gobernabilidad de la comunidad. Esto sólo se podrá conseguir construyendo un nuevo relato que haga que los ciudadanos, concretamente los electores de centro-izquierda, dejen de ubicarla en el espectro derecha y los ubique como fuerza formateur, es decir, la que tiene la iniciativa de gobierno. Son conscientes que en 2023 el aura del gobierno de progreso estará amortizada, y no habrá tantos costes para volver a pactos razonables con CC.

Para el otro partido de ámbito no estatal, NC, la arrancadilla comienza en clave interna. Como comunicó su presidente, Román Rodríguez, en febrero de 2022 tendrán Congreso Nacional y se espera un cambio ideológico que ya se hace notar. Se pasa del concepto nacionalista al de canarista progresista, dando el paso a la transversalidad política en consonancia a la realidad actual de la sociedad canaria. Una sociedad que poco o nada se identifica con el nacionalismo entendido como mecanismo para la construcción nacional, pero sí desea autogobierno y defensa de lo propio. Por otro lado, y en clave electoral, NC tendrá que pasar de socio leal a partido con identidad propia. La teoría politológica es clara cuando se analizan las consecuencias de los partidos minoritarios dentro de los gobiernos de coalición, y es que los beneficios pocas veces se reparten. Aunque el tándem Ángel Víctor-Román guste, esto no debe llevar a engaños. NC y PSOE compiten en los mismos nichos electorales, y los socialistas grancanarios buscarán barrer del mapa a lo que queda de esa izquierda nacionalista que desde 1991 se ha mantenido entre los 80 y 90 mil votos. Si alguien espera una competición virtuosa entre ambos, esperen a ver la artillería que prepara el PSOE de Gran Canaria para 2023.

Podemos-Sí se Puede. Unidas Podemos. O Podemos a secas. La verdad que poco importa si se tiene en cuenta que la identificación con este espacio cada vez es menor. En las islas se escuchan latidos vagos de esa formación que en 2014 y 2015 convenció a miles de personas y activó a electores abstencionistas. Noemí Santana eligió una consejería que desde la época de la lanzaroteña Inés Rojas no da réditos políticos, y sólo provoca que te pongan en la picota independientemente de la sensibilidad que tengas con los más vulnerables. Además, si te has pasado tu corto ciclo vital argumentando de la necesidad de gestionar para los de abajo y ahora que tienes la oportunidad no lo haces, la confianza se merma. E insisto, da igual las causas y los porqués. Si no hay rendimiento de aquí a la próxima cita electoral estarán sin discurso y sin líder. Y sin estructura local. Hasta ahora no han conseguido construir la red municipal que, como argumenta el profesor José Adrián García Rojas en su tesis doctoral, es fundamental para cualquier partido político que pretenda ser alguien en el sistema político canario. Lo vasos comunicantes de lo municipal, insular y autonómico son muy estrechos, y si falla el primero fallan todos los demás.

Por último (pero no por ello menos importante), Casimiro Curbelo. Y fíjense que prefiero utilizar su nombre porque a decir verdad a ASG poco se la nombra. En todo el debate de la posible vuelta del presidente del Cabildo gomero al PSOE no se ha hablado de siglas, sino de personas. Tampoco se mencionó ASG en esa operación de verano de alianzas paninsulares que lanzó Curbelo, y que en la actualidad ha quedado en meros murmullos. Por lo que tengo entendido, los contactos que se han realizado en diferentes islas no convencen al líder, pero mucho menos a los invitados a participar. Consideran que se ofrece poco a cambio de mucho. Pero si tenemos que sacar algo positivo de toda esta especulación, es para imaginarnos a una isla menor como isla continente, esa que mantiene un polo de atracción tan potente que es capaz de influir en los sistemas de poder. Acostumbrados a que sean Tenerife y Gran Canaria las que protagonizan las iniciativas políticas, La Gomera se postula como el pal de paller del insularismo canario.

En definitiva, la arrancadilla política se presenta interesante y frenética. Para aquellos que nos dedicamos al análisis político cada ronda es interpretada como la última y definitiva. Pero, a decir verdad, en la política real nada es definitivo. Como expresó acertadamente el profesor Antonio Rovira en su libro ¡No es justo!, la política es como un tiovivo, unas veces estás en el cochito y otras en el caballito; unas veces arriba y otras abajo. Pero lo importante es seguir girando y subido encima de él. De eso se trata, de que nunca pare.

Ayoze Corujo Hernández, Politólogo y Analista Político.