Canarias es nacionalista
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En 1993, hace casi tres décadas, nace en las islas el proyecto político nacionalista más importante de Canarias. Un movimiento de carácter social que surge como respuesta a la visión compartida por el conjunto de los canarios de que el desarrollo del Archipiélago estaba supeditado a la existencia de un eje vertebrador común, capaz de defender y proteger allí donde hiciese falta los intereses de esta tierra por encima de cualquier otra consideración.

Fue entonces cuando emergió un fenómeno capaz de aglutinar a una mayoría social compuesta por diversos sectores de los ámbitos sociales, políticos, sindicales y profesionales de Canarias que entendieron que debían anteponer sus ambiciones legítimas para confluir en una fuerza política interclasista de obediencia canaria. Se superaron barreras y se diluyeron los polos de izquierda y derecha para dar paso a un movimiento que defendería lo que históricamente no había sido reconocido; las aspiraciones de alcanzar mayores cuotas de autogobierno y de cubrir las carencias que nos impedían situarnos al nivel de otras comunidades también pertenecientes al Estado español, teniendo en cuenta las especificidades canarias, fundamentalmente, aquellas estructurales e invariables de territorio fragmentado y alejado del continente.

Coalición Canaria ha gobernado esta tierra de manera ininterrumpida durante 26 años, lo ha hecho en solitario y en alianzas con diversas fuerzas políticas. El archipiélago ha tenido la oportunidad, durante más de dos décadas, de contar al frente con un proyecto integrador y de obediencia canaria capaz de aunar a la sociedad para edificar lo que hoy conocemos como Canarias y que dista mucho, desde todas las perspectivas, de aquel territorio de los noventa.

Los datos evidencian que nunca se avanzó tanto; nunca ha habido un proyecto tan abierto al acuerdo y a la participación en las tareas de gobierno; nunca se ha defendido con tanta fuerza y firmeza los intereses de este pueblo ante quienes nos niegan nuestros derechos o frenan nuestro desarrollo, como durante este periodo.

Se ha logrado respetando los límites que, desgraciadamente, de manera reiterada se han intentado rebasar y colocando la línea roja de los intereses de Canarias por encima de cualquier otra cuestión. Este sigue siendo el término infranqueable que constituye la razón de ser y el éxito de un movimiento político y social que continúa creciendo con capacidad de transformarse, regenerarse y adaptarse a los propios cambios que, de manera natural, ha marcado el ritmo de los tiempos.

No obstante, cabe reseñar que este proyecto de espíritu integrador no ha logrado sobrevivir sin haber recibido sus reveses. En 2005 se produce una fractura en el seno de la organización que se salda con la salida de antiguos dirigentes quienes, todavía hoy, continúan su actividad política a través de otro vehículo creado con posterioridad y cuya resistencia al cambio, pero fundamentalmente a  la regeneración y a la asimilación de que la Canarias de hoy no es la de los noventa, afortunadamente, pone en riesgo el contrato social alcanzado en el 93 y constituyen la principal piedra en el camino hacia una reformulación del proyecto nacionalista.

El empecinamiento de Nueva Canarias en mantener y enaltecer una postura y una conducta de división del conjunto del territorio, que a todas luces se ha demostrado que no responde al clamor popular y tampoco a la mejora de esta tierra, y la incapacidad de superar un tiempo pasado que fue determinante pero que quedó atrás, lastran el proceso de robustecimiento del nacionalismo del que precisa Canarias en tiempos tan inciertos como los que nos tocan vivir.

El cambio de rumbo que ha experimentado Nueva Canarias en los últimos tiempos, con un pronunciado escoramiento hacia una hipotética izquierda y una voluntad manifiesta de convertirse en el partido bisagra y resorte del PSOE y Podemos en Canarias, lo aleja por completo del nacionalismo, de sus orígenes y de las bases que diseñaron e hicieron posible en su día el surgimiento del movimiento canario más importante de la última mitad de siglo XX.

Son los dirigentes de Nueva Canarias los principales responsables de que Canarias no cuente al frente con un proyecto de corte nacionalista capaz de defender, cuando más falta hace, los intereses de esta tierra, porque han considerado más idóneo establecerse en un gobierno de disciplina sumisa a fuerzas políticas centralistas y desligarse completamente de las fórmulas de colaboración y del espíritu que hicieron posible los acuerdos del 93. Sin la suma de sus diputados no sería posible el primer gobierno no nacionalista de Canarias en los últimos 26 años.

Coalición Canaria ha demostrado a lo largo de los años que el proyecto que lo vertebra trasciende tiempos, personalismos y liderazgos. Su solidez, éxito continuado, crecimiento y razón de ser radica en la renuncia de cualquier interés que no pase por la defensa de nuestra identidad y el desarrollo de  los instrumentos institucionales de los que nos hemos ido dotando para garantizar el crecimiento y la estabilidad de la región.

La firmeza y convicción de este proyecto ha quedado de manifiesto en numerosas ocasiones. Coalición Canaria ha decidido concurrir unidos en reiterados procesos electorales, a pesar de la salida de lo que hoy constituye la dirección de Nueva Canarias del proyecto matriz, con el objetivo de afianzar un frente común en Madrid en los momentos que se precisaba.

Coalición Canaria ha demostrado haber superado el pasado. En Gran Canaria, centro donde se produjo el huracán de la escisión hace ya 16 años, se han logrado alcanzar acuerdos de mayoría nacionalista. Es el caso de la segunda ciudad más importante de la isla, Telde, donde el partido ha priorizado la suma del nacionalismo por encima de otras opciones. Lo mismo ha ocurrido en Santana Lucía, a través de los acuerdos alcanzados con la Fortaleza, o en San Bartolomé de Tirajana, capital económica de la isla, donde la unión de ambas organizaciones conforma un bloque nacionalista con importante peso de decisión dentro del gobierno local.

Al otro lado de la cara, en la vertiente oriental, en Fuerteventura, Nueva Canarias ha optado por otorgar la presidencia del Cabildo insular a un socialista antes que apoyar a la que hubiese sido la primera mujer nacionalista al frente de la institución majorera.

Por tanto, es Nueva Canarias quien debe autosometerse a un análisis profundo y afrontar un proceso interno de redefinición y decisión que les permita discernir finalmente quiénes quieren ser. Tendrán que dirimir si inclinan la balanza hacia la permanencia de sus históricos dirigentes y, por tanto, a la construcción de un partido minoritario de obediencia centralista o se sumarán al ambicioso proyecto que ya marcha con el que pretendemos redefinir en un momento único el futuro de esta tierra.

* Francis Candil, secretario local de Coalición Canaria en Las Palmas de Gran Canaria y concejal en el Ayuntamiento de la ciudad