Midiendo el canarismo y la canariedad
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La publicación del Sociobarómetro de marzo 2021 ha provocado reacciones encontradas. Entre los que están a favor suele anidar la creencia de que un instrumento así necesariamente ha de derivar en un mejor conocimiento de la sociedad canaria, además de constituir un instrumento al servicio no del Gobierno sino del autogobierno. Entre los contrarios a la existencia de un estudio de estas características abundan quienes centran exclusivamente su atención en una intención de voto poco halagüeña para sus intereses y más optimista para sus rivales políticos, desconsiderando, cuando no ignorando directamente, el resto de datos que aporta dicho estudio.

Me sitúo clara y abiertamente entre los primeros. Saludo el Sociobarómetro, que nunca debió haber desaparecido, como una herramienta para mejorar el alcance y la calidad de nuestro autogobierno, para ayudar a diseñar y ejecutar mejores políticas públicas desde el más preciso conocimiento de nuestra realidad, algo que los estudios del CIS no tienen por cometido. Finalmente, relativizo el apartado dedicado a reflejar la intención de voto, algo especialmente volátil en épocas no electorales y sujeto a mil variables ante las que sólo podemos ser prudentes espectadores.

Sin menospreciar en absoluto los otros apartados objeto de estudio del Sociobarómetro, uno de ellos me interesa especialmente para este artículo. Obviamente se trata del número seis que trata sobre la “Ideología, identidad y modelo de Estado”. Si el canarismo es un espacio sociopolítico heterogéneo, definido primordialmente por la voluntad de constituirse como un locus de estricta obediencia canaria, la canariedad no es otra cosa, que no es poco, que la identidad cultural del pueblo canario: realización histórica y proyecto siempre por construir. La canariedad no es patrimonio exclusivo del canarismo, sino de todo el pueblo canario, independientemente de su adscripción ideológica. Sin embargo, es obvio que a los canaristas nos interesa especialmente cultivar una concepción en sentido fuerte de la canariedad, la cual, a ser posible, irradie mucho más allá de nuestro propio espacio político.

La ideología, esa trampa

Sobre tres bases pivotará el presente artículo: la ideología, el sentimiento identitario y la preferencia en cuanto a modelo de Estado. El Sociobarómetro no escapa a la tradición de usar términos como izquierda y derecha para preguntar por la ubicación autorreferencial de la ciudadanía. No sería de escaso interés averiguar algún día qué entienden los encuestados por esos vocablos, en crisis ya ineludible en cualquier terreno que no sea el del lenguaje de uso cotidiano, a falta de otros. ¿Dónde sitúa la población cuestiones tan importantes como la igualdad de género, la sostenibilidad, la justicia social, los servicios públicos, el papel de lo privado en la educación y la sanidad, el modelo económico, las medidas de conciliación familiar, los impuestos, etc. en el eje izquierda-derecha? Estaría bien saberlo con precisión. Así, tal vez nos diría algo más la foto de una sociedad claramente escorada hacia el centro-izquierda que nos devuelve el Sociobarómetro. ¿Significa eso que nuestra sociedad es eminentemente progresista? ¿Qué quiere decir esto en términos concretos? ¿Cómo casa esa foto con una ciudadanía que en un 74.5% comparte la afirmación en este mismo estudio de que “a los inmigrantes que están llegando en patera hay que devolverlos a sus países de origen”? ¿O que está en un 70% “más bien en desacuerdo o muy en desacuerdo con que el aumento del número de migrantes es beneficioso para la actividad económica en Canarias”? ¿Se puede ser progresista o de centro-izquierda y sostener estas opiniones, por solamente citar dos ejemplos? Dar una explicación sólida a este tipo de encrucijadas excede el propósito de estas líneas y, seguramente, del propio Sociobarómetro, pero conviene retener que quizás nos guste parecer como una sociedad algo más ideal de lo que realmente somos.

Sentimiento de pertenencia

En cuanto al segundo elemento que centra nuestra atención, hay que decir que el sentimiento identitario es un clásico en este tipo de estudios, lo cual nos permite ver con cierta perspectiva evoluciones e involuciones así como permanencias. Dicho esto, también es cierto que no es una pregunta que se haga en todos los sitios: sólo es pertinente en sitios donde coexisten sentimientos identitarios más o menos consolidados y entre los que pueda haber cierta oposición. Los datos disponibles (CIS, ISTAC, y Sociobarómetro en su primera etapa y el actual) recorren una etapa que va desde 1992 hasta el presente. No es poco. Lástima la interrupción del Sociobarómetro en 2003. Hubiéramos atesorado ahora incontables elementos de análisis de los que no disponemos por tan funesta decisión. En cualquier caso, la fotografía es clara: la identidad simétrica dual es la predominante en Canarias. La categoría “tan canario como español” ha fluctuado entre un 44.2% y un 56.9%, máximo histórico en 2005. Ahora se encuentra en un 52.1%, algo más de la mitad de los encuestados manifiestan una identidad repartida entre su canariedad y su españolidad. La siguiente categoría en cuanto a representación es la identidad dual asimétrica “más canario que español”, que ha fluctuado en ese mismo periodo entre un 22.6% y un 37.9%, máximo histórico en 2010. En marzo de 2021 se sitúa en el 32.2%. Finalmente, las identidades exclusivas (“sólo canario” o “sólo español”) así como la identidad dual asimétrica “más español que canario” siguen ocupando franjas poco representativas, destacando el que la categoría “sólo canario” está precisamente ahora en su mínimo histórico: un 5%, contrastando fuertemente con el 15% que llegó a representar en 2002.

Una primera conclusión evidente se abre paso: los sentimientos de pertenencia en Canarias devuelven la imagen de una sociedad poco dada al extremismo y más inclinada a la coexistencia más o menos armoniosa de las identidades, sin dejar de manifestar un grado de canariedad -entienda cada cual lo que entienda por eso- importante. De hecho, es enormemente inusual la expresión de una españolidad en términos de primacía o superioridad con respecto a la canariedad. Aunque todos los sentimientos identitarios son respetables y deben ser respetados, parece obvio también que el canarismo debe aspirar a representar globalmente a los “más canarios que españoles” y “sólo canarios” sin dejar de atender a lo que es el grupo principal, caracterizado por su moderación, los “tan canarios como españoles”. ¿En qué medida sucede así cuando analizamos los datos por voto? Aquí encontramos algunos datos de interés y hasta sorprendentes.

En primer lugar, entre los votantes de todos los partidos prima la expresión de esta identidad simétrica dual mayoritaria, con la excepción de ¡Ciudadanos!, entre cuyos votantes ganan los que se sienten “más canarios que españoles”. Para ser un partido que hizo de la lucha contra el nacionalismo y la recentralización su razón de ser, el discurso no parece haber calado entre sus votantes. No es descabellado que muchos de ellos sean votantes desencantados de Coalición que, tal vez, ante la más que previsible próxima desaparición del partido naranja, volverán a su “lugar natural”. En segundo lugar, no es de extrañar que entre los partidos del canarismo, las opciones preferidas sean precisamente las de “más canario que español” o “sólo canario” que, agrupadas, representan entre los votantes de Nueva Canarias un 52.1% y entre los de Coalición, un 49.1%. Otro elemento donde cuesta percibir diferencias significativas entre ambos partidos.

Un elemento de interés: en la isla de La Gomera se dan los índices más altos de “sólo canario” o “más canario que español”, un 46.4% y también son los votantes de Agrupación Socialista Gomera (ASG) los que siguen más de cerca a los partidos del canarismo en cuanto a sentimiento identitario canario, un 43.2%, relegando a Unidas Podemos (UP) a la cuarta posición o primera del sucursalismo, según se mire. Lejos parecen los días en que era precisamente UP quien concentraba a los votantes de mayor sentimiento identitario canario. ¿Consecuencia de la dinámica ganadora en el último Vistalegre o de la acción de gobierno, que los sitúa más como un apéndice del PSOE? Y en La Gomera, ¿la ruptura de lazos con el PSOE por parte de Casimiro Curbelo es favorable a un mayor sentimiento de canariedad? Quién sabe si no llegará el día en que hablemos de ASG como una fuerza más dentro del espacio canarista. ¿Y ese 13.8% de votantes de Vox que afirman sentirse “más canarios que españoles” o “sólo canarios”? ¿También votantes desencantados de Coalición? ¿Volverán o preferirán montar en caballo ganador? No dejan de ser conjeturas para quienes sigan estas cuestiones con interés.

¿Qué modelo de Estado para Canarias?

Por último, acerca de las preferencias en cuanto a modelo territorial de Estado, surgen también elementos para el análisis. Sólo entre los votantes de CC, ganan ligeramente quienes quieren “más autonomía”. En el resto de los partidos, el grupo mayoritario es el que quiere “igual autonomía”. Sin embargo, hay que precisar que entre los votantes de NC (11.5%) y los de UP (12.3%), la presencia de personas que estarían a favor de una hipotética independencia no es testimonial.  No deja de ser una opción radical en partidos absolutamente convencionales, por otra parte. No puedo dejar de mencionar que entre los votantes de Ciudadanos son sólo un 21.4% los que querrían menos o ninguna autonomía para Canarias, siendo muchos más (76.1%) quienes desean la misma autonomía, más o incluso la independencia para el Archipiélago. Por último, una mención honrosa a aquellos votantes de Vox que desearían más autonomía o la independencia de nuestra patria canaria: un 10.2%.

A modo de conclusión

El Sociobarómetro de marzo deja numerosos datos de interés que habrá que contrastar con las sucesivas ediciones en los próximos meses y años. Sin embargo, las conclusiones para quienes se sitúen en el amplio espectro canarista son insoslayables. El canarismo no puede contener por sí solo las múltiples expresiones de canariedad existentes en una sociedad plural como la nuestra pero sí debe aspirar a representarlas o, como mínimo, conectar con ellas. Sólo parece hacerlo en cierta medida, seguramente motivado por el desinterés que suelen causar estas cuestiones entre el establishment político. Si el canarismo no viene armado con una canariedad en sentido fuerte, ¿en qué se diferenciaría del resto de las opciones políticas? ¿Por qué votarles a ellos y no a los otros? La canariedad se articula con una transversalidad superior a la del propio canarismo y no está mal que así sea pero no se puede pensar seriamente en lograr un canarismo potente, organizado, hegemónico, sin que se salga al encuentro de algo que debe ser el diacrítico fundamental de ese movimiento político. Asumamos de una vez que la identidad es herencia pero también construcción. El canarismo debe participar con decisión en dicha construcción, poniéndose en hora con la sociedad canaria del siglo XXI, aportando valores de modernidad, igualdad, justicia, sostenibilidad, etc. Si esto se comprende desde las fuerzas canaristas, el proyecto de país que se proponga a la sociedad será indiscutiblemente atractivo y representará las mejores aspiraciones de nuestro pueblo. Si se sigue evitando ese diálogo tan necesario, el canarismo seguirá languideciendo, como el mismo Sociobarómetro, en esta renovada etapa, empieza ya a señalar.

José Miguel Martín, miembro de Canarismo y democracia