Debate de conjuros
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El estado de Canarias se puede resumir en el aviso de los náufragos: sálvese el que pueda. La política impone otra visión, con ese relato de acontecimientos irremediables y esa manera de creer que lo bueno es que lo malo ya ha pasado. Quien se deje convencer por los pelotas elevados al rango de asesores creerá que todo lo que está por venir son fantásticas mejorías, oportunidades de crecimiento y paisajes verdes que no soportan tres días a la intemperie. El momento excepcional requiere de análisis excepcionales. La acentuación de las debilidades propias obliga a activar mecanismos de protección que eviten, y no repitan, los errores del pasado. Pero la dinámica del poder es otra; sin reconocimiento de errores, no se cambian las dinámicas. Si en tiempos normales los gobernantes no admitían fallos y por eso no los reconocían, imagínense ahora, que todos los males son ajenos. Convenzan al gobierno de que no sirven de nada los conjuros.

La crisis sanitaria que origina el actual estado de las cosas, aquella que los incautos más insolentes trataron inicialmente como una gripe pasajera, esperaba un punto de inflexión tan pronto como las vacunas anti-covid llegasen al mercado. Por eso, si todo va bien, a principios de verano estaría vacunado el 70% de los canarios, dijeron sin cautela. Después de tres meses se ha vacunado apenas al 6% de la población isleña, lo que quiere decir que esa previsión era del todo irreal, pura fantasía basada en el deseo más que en la certeza de los datos. Con suerte, a principios de verano estará vacunado el 12% de los canarios, y si no falla nada, a lo mejor a final de año estará vacunado el 24%, es decir; uno de cada cuatro. Con el sistema y los ritmos actuales de suministro, ese es el escenario más optimista. 

La crisis económica derivada tampoco admite trucos, por mucho dinero que se inyecte desde las instituciones públicas. La consejera de Turismo, en su afán, lanza augurios al aire sin más soporte que el deseo de esquivar el abismo. Los 10 millones de turistas anunciados en el presente año, o el plan salvador de la Semana Santa, evidencian una realidad inestable que sólo va a mejorar cuando tanto los países de origen y el destino coincidan en una franja de normalidad por ahora inexistente. Sólo el aumento del ritmo de vacunación en las dos puntas va a aliviar las expectativas, siempre que las guerras comerciales no vayan a peor, también con las vacunas. Pero entonces la respuesta a la crisis social no alcanzará para que todos (incluidos los 300.000 parados ya existentes, y los 100.000 trabajadores que siguen en los ERTE) salgan de esta tragedia juntos y/o más fuertes, como dicen que ya ocurrió el verano pasado. El Parlamento de Canarias aborda esta semana el debate de la Nacionalidad, y sería cruel que sus señorías se limiten a lamerse los oídos con el sonido de sus discursos. 

* En el blog de Gonzalo H. Martel: https://lunesenafrica.blogspot.com/2021/03/debate-de-conjuros.html