El pacto de Europa; que se jodan
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Más de un millón de personas llegaron con lo puesto a las costas mediterráneas de Europa en el año 2015. De aquella experiencia sacaron conclusiones los burócratas en Bruselas; los desplazados huían del desastre en Siria, de las batallas sin cuartel en Libia o Túnez, y del hambre profunda de media África. El asunto se trató como una guerra; aumentó el gasto en las fronteras, básicamente para aplicar técnicas de contención que evitaran el paso de la población errante hacia el norte, y se adjudicaron jugosos contratos a los países del borde para compensarles el esfuerzo de retención. El tapón lo pusieron sobre todo Grecia y Turquía, y en menor medida Italia, en la orilla norte.


En los años posteriores, el fenómeno se ha reducido, hasta anotar el año 2020 la llegada por ese cauce de apenas unas 46.000 personas. Y claro, no faltan los simplones que atribuyen el mérito de esta rebaja a la supuesta eficacia de las medidas aplicadas. Con tanto entusiasmo, que ahora quieren elevar la fórmula al rango de general. Ese es el pacto migratorio que propone Europa; que se jodan en la frontera. Desde agosto lo vienen ensayando, en Arguineguín, en El Lasso, en La Isleta, en Tenerife o en El Hierro. Con la entusiasta colaboración del Gobierno progresista español, mientras se escapa de la memoria aquel desembarco televisado del Aquarius en Valencia. 


No ven más allá. Desde hace unos meses, los traficantes de personas han vuelto al destino Canarias (por cierto, ¿cuantos patrones de pateras se han detenido en el trajín, señor delegado? ¿cómo escaparon los demás?), y los tecnócratas no se han parado a comprender en qué han cambiado las cosas. Han llegado casi 25.000 personas en seis meses, y no se ha dado refugio a ninguna. Tratan el caso como si esto fuera el Mediterráneo, y como de momento el volumen de trafico es pequeño si se compara con el ciclo anterior, pues que se vayan apañando. Es más fácil eso que mejorar el control de los mil millones de euros anuales gastados en Marruecos para asegurar el control de las migraciones. Con el vacilón que puede observarse en muchos rincones del Archipiélago. 


El presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, tiene este lunes una cita con la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior (LIBE) del Parlamento Europeo, donde quieren saber qué está pasando en el Mediterráneo Occidental. Tal vez debería llevarles un mapa, y revirarlo. A ver si su señorías descubren dónde están esas islas lejanas.